Haití requiere políticas de Estado desde Santo Domingo. La anomia de una isla compartida es poco común en el mundo. Son contadas las islas que están divididas en más de una nación. Pero menos son aquellas que la división es tan marcada. Probablemente el caso de la Hispaniola es único en el mundo.
Por ello, para el Estado dominicano, que ocupa la parte hispana de la isla es fundamental tener políticas, en plural, de cómo convivir y compartir con la vecina República de Haití. Nación originada en la colonización francesa de principios del siglo XVII, dio al mundo la primera revolución anti-esclavista triunfante de la historia humana y el primer Estado de negros libres del mundo en 1804. La historia de Haití es una epopeya única en la historia humana. Sin embargo, la osadía de derrotar a los colonos franceses, a la intervención inglesa, y los demás asociados, le costó caro a la nación haitiana.
Un aislamiento de su entorno por décadas, la intervención recurrente de las potencias coloniales, y posteriormente la ocupación repetida por los Estados Unidos en la mayor parte del siglo XX.
Haití era un Estado mucho más rico que el Santo Domingo español. De hecho, es conocido que antes de la independencia, el Saint-Domingue francés, fue más rico que las 13 colonias que constituyeron posteriormente los Estados Unidos de América. Durante todo el siglo XIX, a pesar del aislamiento y los pagos de gigantescas reparaciones a Francia, siguió siendo una sociedad más rica que el vecino Estado dominicano, independizado en 1844 de la ocupación de Haití luego de 22 años de ocupación.
No es sino hasta 1960 que el PIB total y por habitante de Haití se sitúa por debajo del dominicano. A pesar de ello, la presión demográfica de la parte haitiana siempre ha sido mayor que en la parte dominicana. Por ello la emigración haitiana a tierras dominicanas ha sido una constante desde inicios del siglo XX. Con la caída de la dictadura de los Duvalier en 1986, esa diferencia se profundizo, en la medida que la economía dominicana fue la que mas creció de America Latina y El Caribe desde 1950 a 2010, mientras que la haitiana fue la que mas decreció en el mismo periodo. ¡Paradoja enorme!
El aislamiento internacional, las dictaduras, las intervenciones extranjeras y la propia incapacidad de los haitianos, han convertido en lo que fue el territorio más rico del continente, en el país mas pobre de América. Sin embargo, la economía actual dominicana se ha estructurado en base a la presencia de una mano de obra poco calificada haitiana, que sirve como una retranca a la modernización y la tecnificación de la economía dominicana: mano de obra abundante y barata. Hoy en día nadie sabe exactamente cuantos haitianos viven en la parte dominicana de la isla. ¿Un millón? ¿Un millón y medio? ¿Dos millones? Nadie sabe a ciencia cierta. En los últimos años el mercado haitiano ha crecido en importancia para la economía dominicana, y seguirá creciendo en el futuro previsible.
Por ello el Estado dominicano tiene que regularizar la política hacia Haití. Primero la población haitiana y el control fronterizo. Se requiere avanzar en acuerdos comerciales que permitan a los dominicanos seguir como actores en el mercado haitiano, pero también que los haitianos comiencen a exportar a la República Dominicana, haciendo una integración económica mas dinámica. No sólo exportaciones de bienes dominicanos y exportaciones de mano de obra haitiana. El mercado haitiano es complementario a la economía dominicana, como el mercado dominicano debe serlo para la economía haitiana. Hay ya importantes movimientos de inversión a ambos lados de la frontera. Hay que dar las seguridades y garantías necesarias a esas inversiones.
Hay toda una agenda fundamental para preservar el medio ambiente de la isla. La recuperación de la foresta y de los recursos naturales de la isla completa. La preservación de las poblaciones de ambos países, que pasan los 20 millones de habitantes, de enfermedades crónicas como el cólera ñdesgraciadamente importado por las tropas bajo mando de Minustah-, la malaria, el sida, y otras. El desarrollo de redes de comunicación modernas y eficientes. Puntos pendientes a pesar de los avances.
El combate a todas las formas de tráfico -humano, de drogas, de armas, etc.- Este punto tiene que estar en el centro de la agenda bilateral. La adopción de políticas comunes a nivel internacional, de forma que el peso poblacional nos de un mayor peso político a nivel mundial. En El Caribe, en America Central, en America del Sur y sobretodo en Europa y America del Norte. Agendas comunes para problemas comunes.
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