Manuel
Monereo,Abogado laboralista y polítólogo, dirigente durante dos décadas del PCE
e IU, Manuel Monereo se ha dedicado durante los últimos diez años al estudio de
los procesos políticos en América Latina. Es además miembro del Consejo
Científico del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), de los consejos
de redacción de El Viejo Topo y Crónica Popular y de la asociación Socialismo
21. Manuel Monereo ha visitado esta semana Valencia para participar en la
Universidad de Verano de Socialismo 21, con una conferencia titulada (de modo
irónico) “¡Que viene el populismo!”. Entre sus últimos libros, en los que ha
intevenido como autor o coautor, figuran “Con su propia cabeza. El socialismo
en la obra y la vida del Che”; “Rosa Luxemburgo. Actualidad y clasicismo”; y
“Porto Alegre. Otro mundo es posible”, los tres editados por El Viejo Topo.Has
escrito que el mundo vive hoy una “gran transición geopolítica” que implica
cambios en las relaciones de poder; esto supone, añades, una gran oportunidad
para América Latina. ¿En qué sentido?
Hasta ahora América
Latina ha actuado como continente objeto en las relaciones internacionales,
pero tiene la oportunidad de convertirse en sujeto. Para ello han de darse dos
condiciones. Primero, fortalecer los procesos de integración (la “patria
grande”) como el ALBA y UNASUR, entre otros. Y además continuar luchando por su
autonomía frente a Estados Unidos en todos los ámbitos: económico, político,
militar, energético y alimentario. Esto significa definir claramente las prioridades.
Todo ello, en un
contexto de crisis económica global. ¿Cómo afecta a América Latina?
Las poblaciones y
sus gobiernos sienten que de momento han sufrido muy poco la crisis
internacional y esperan que la cosa continúe igual. Para ello, rezan (es lo que
literalmente dice que ha hecho un ministro peruano) porque la economía china no
entre en recesión. China es actualmente un país central en la economía de
América Latina, con una enorme presencia inversora, eso sí, en condiciones de
mercado. Es, por ejemplo, el gran socio inversor de países como Brasil o Perú.
También Rusia desempeña un rol muy destacado. Ahora bien, la inversión china
plantea asimismo problemas.
¿De qué tipo?
En primer lugar,
produce una reprimarización de la economía, es decir, un desarrollo muy acusado
del sector primario en detrimento de otros. Es éste un resultado lógico de la
revalorización de materias primas como el petróleo o el cobre, sobre los que el
dinero chino pone la mirada. La llegada de capitales chinos ha provocado,
además, una revalorización de las monedas locales y unos tipos negativos para
la industrialización de estos países.
¿Qué rol desempeña
Estados Unidos en el continente?
Estados Unidos
nunca se está quieto. Hay una presencia fuerte y renovada en los últimos
tiempos. Acaba de implantar en Chile una base para operaciones militares en
territorio urbano. A esto hay que agregar el restablecimiento de la IV flota y
los golpes de estado en Honduras y Paraguay, entre otros elementos. Además,
Estados Unidos le ha ofrecido a Brasil un reparto de poderes y ámbitos de
influencia en el continente.
Precisamente es
Brasil el tercero de los actores principales en este “territorio en disputa”
Y no es un actor
menor. Se trata de una potencia continental emergente a escala mundial, dentro
de los llamados BRICS. El único país de América Latina con una cierta burguesía
nacional; dispone de un estado en sentido fuerte, cuando lo normal en el
continente es no tenerlo. Además, Brasil no puede ocultar sus intereses
geopolíticos en toda América Latina. Esto puede tener consecuencias positivas,
ya que Brasil actúa como paraguas para que el continente pueda negociar con el
vecino del norte; pero también se corre el riesgo de generar asimetrías con el
resto de países, que beneficien económicamente a Brasil. Hay quien habla de un
nuevo imperialismo brasileño, yo prefiero quedarme con la idea de asimetrías .
¿En qué situación
se hallan los procesos nacional-populares impulsados en Venezuela, Ecuador y
Bolivia?
Opino que hay
problemas no resueltos y grandes dificultades en los procesos de transformación
abiertos en estos países. En Ecuador y Bolivia con los mismos agentes que
impulsaron los procesos, los movimientos indígenas. Se plantean problemas en la
política económica, en las alianzas, la toma de decisiones, las relaciones
internacionales y los casos de corrupción. Hay que agregar a ello los
conflictos sociales, en los que se mezclan las tradicionales querellas dentro
de las izquierdas para resolverlos, con los intereses extranjeros. Pero no
quiero caer en eso tan Europeo de decirles a los demás lo que han de hacer. La
crítica debe hacerse para ayudar. Ahora bien, hay un problema clave a mi
juicio: la necesidad de reformar el estado y el aparato institucional. En otras
palabras, crear una nueva institucionalidad más allá de los liderazgos
carismáticos.
¿Cuáles han sido
los principales logros de estos regímenes?
Destacaría que han
consagrado la soberanía popular a la manera republicana, mediante procesos
constituyentes y la aprobación de nuevas constituciones; otro logro esencial ha
sido la inclusión de clases marginadas y la lucha contra la pobreza; el rol
activo del estado como agente del desarrollo nacional, en lugar del mercado; y
ello teniendo en cuenta que se trata de países inmensamente ricos aunque llenos
de pobres; además, han recuperado los derechos de los pueblos y las naciones
sobre los recursos naturales (el gran negocio de las empresas transnacionales)
y la lucha por las integración latinoamericana con mecanismos como el ALBA o
UNASUR.
Has estudiado con
detalle una noción muy vidriosa, el populismo. En síntesis, ¿Qué suponen los
regímenes populistas para América Latina?
El populismo se
desarrolla en América Latina entre la década de los 30 y los 60-70 del siglo
pasado. Son los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil, Lázaro Cárdenas (México)
y Perón (Argentina), entre otros. En un contexto de crisis global, y en
particular de los estados oligárquicos, ensayaron nuevos regímenes que hicieron
posible la inserción de las masas en la política. Algún autor ha dicho que fue
“la socialdemocracia que le tocó a América Latina”. Además de la inclusión de
la mayoría de la población (también en algunos países de las masas indígenas),
implementaron la sustitución de importaciones en el escenario económico internacional;
políticas antiimperialistas, antioligárquicas y nacionalistas; y supuso la
alianza entre las clases populares y sectores subalternos de las clases
dominantes, con estados fuertemente interventores, reguladores y
redistribuidores que aspiran nada menos que a la industrialización de los
países.
Dada esta
descripción, ¿por qué el término populismo suele usarse de manera peyorativa?
Precisamente aquí
esta el problema. Se convirtió en una construcción político-mediática negativa,
casi en un insulto político. Insisto en que se trata de regímenes inclusivos y
nacional-populares que planteaban un nuevo tipo de relación con las masas. Pero
se les ha asociado a lo “populachero”, el clientelismo, los liderazgos
autoritarios y una pésima gestión económica. Estas connotaciones asociadas al
populismo perviven hoy en América Latina.
Aparece
posteriormente la noción de “neopopulismo”
Sí, y esto es más
prodigioso aún. Con el término “neopopulismo” se designa a los dirigentes que
desmontan los estados populistas. Es ésta la gran paradoja. A quienes entierran
el populismo para introducir el neoliberalismo, se les designa “neopopulistas”,
por ejemplo Fujimori en Perú, Salinas de Gortari en México y Ménem en
Argentina. Quiero decir que con el mismo término se llegan a designar
cuestiones antagónicas: tanto si concedes derechos a las masas, permites la
participación de los sindicatos y el estado interviene en la economía
(populismo), como si ocurre lo contrario (neopopulismo). Sin embargo, se dan
dos elementos de ruptura: el triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela
(1999) y, antes, el alzamiento zapatista de 1994, que además coincide con la
entrada en vigor del Tratado de libre Comercio entre Estados Unidos, México y
Canadá. Son las primeras señales de insubordinación frente al holocausto social
que supuso el neoliberalismo. Después vinieron los gobiernos populistas
radicales en países como Bolivia y Ecuador.
Por otra parte,
¿Puede extraer Europa conclusiones de lo ocurrido en América Latina en los
últimos años?
Todo lo que hoy
vivimos en Europa ha sucedido en América Latina en las dos últimas décadas. Me
refiero a las políticas neoliberales. En América Latina, el neoliberalismo no
ha supuesto la retirada del estado, sino todo lo contrario: una contundente
intervención del estado al servicio de los poderes económicos. Por tanto, hay
que desmontar tópicos. El neoliberalismo llega a América Latina con golpes
militares, fíjate si interviene el estado. Todas estas asonadas (un ejemplo
evidente es el de Chile) tienen como objetivo impedir la organización política
de los trabajadores.
Subrayas, por
tanto, la relación entre neoliberalismo, estado e intervención militar
En América Latina
esto resulta evidente. No hay más que observar la conexión entre Hayek (uno de
los grandes guías del neoliberalismo) y Pinochet, a quien asesoró. Hay una idea
fuerza que atraviesa estos procesos: para imponer la libertad económica deben suprimirse
las demás. Una vez se garantizó este principio, dicho muy a grandes rasgos,
pudieron empezar las transiciones a la democracia. Pero siempre con la
condición de que no cuestionaran el modelo económico impuesto. Hablamos, por
tanto, de un mercado autorregulado impuesto por la fuerza de las armas.
Por último, ¿qué
aportación destacarías de América Latina a las luchas sociales en los últimos
años?
Ha sido la única
región del mundo donde se ha hecho frente al neoliberalismo con una lucha
sostenida de masas. En algunos lugares, la lucha social alcanzó cotas tan altas
que se conquistó el poder de veto frente a los poderes económicos. Finalmente,
esta lucha se convirtió en capacidad de propuesta electoral. La clave radica,
por tanto, en las luchas sociales y su capacidad de generar las crisis de los
regímenes preexistentes. De estas luchas populares surgieron nuevos regímenes
con nuevas constituciones.
Enric Llopis
RebelióN
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